A la memoria del Maestro Otero
Al hilo de los dos artículos en los que hace unos días debatíamos con los gazaperos y gazaperas sobre la importancia o no de las escuelas de cante, damos a conocer hoy un estupendo reportaje de Estampa, del 23 de abril de 1932, sobre la enseñanza de la jota aragonesa. Es interesante porque ya en ese año había en Zaragoza una escuela oficial de jotas, en el Conservatorio de Música, en la que daba clases, por cierto, una figura histórica, el gran Cecilio Navarro, algo así como el Chacón del cante aragonés.
El reportaje incluye una entrevista al fenómeno cantaor y guitarrista, en la que pueden comprobar la gran similitud que hay con el flamenco. No deja de ser curioso que mientras lo jondo era tan despreciado por los organismos oficiales en Andalucía, en Zaragoza ya hubiera escuelas oficiales de jotas. El reportaje lo firmó Fernando Castán Palomar. No pierdan ningún detalle porque es de un gran interés para entender ciertos paralelismos con nuestro arte andaluz:
¿Es difícil aprender la jota aragonesa?
En Zaragoza hay una academia donde se enseña a cantar y a bailar la jota aragonesa. Una academia oficial, bajo la dirección del famoso jotero Cecilio Navarro, que funciona en la residencia del Conservatorio de Música. La idea, buena desde luego, no es nueva. Hubo ya otro Ayuntamiento que estableció enseñanza oficial de jota, hace de ello muchos años, y de aquellas clases salieron alumnos sobresalientes, cuyos nombres se recuerdan entre elogios. Por lo demás, ni memoria quedaba de la antigua academia; algún recuerdo aislado, sobre el que surgió el proyecto —realizado ya— de que se dieran clases de jota, para así fomentar el cariño a ella y propagar los estilos puros del canto aragonés, tan adulterado por los escenarios zarzueleros, en los que la jota tiene un aire exótico y absurdo. En la Academia hay ya un extenso grupo de alumnos. Uno a uno, Cecilio Navarro les va haciendo repetir cada estilo de jota, mientras rasguea en la guitarra para acompañarlos, con ese férvido entusiasmo con que el jotero ve surgir nuevos valores en el difícil arte de la jota aragonesa. En la pompa triunfal de esta tarde de primavera, suenan en la cátedra las jotas como salvas heroicas:
Yo soy como aquella peña
que está en medio de la mar;
todas las aguas la baten
y la peña firme está.
-Una de ronda ahora —dice Cecilio al alumno que canta.
Los estilos de jota se suceden durante la clase. El maestro va reclamando las diversas variaciones del canto:
-A ver, una “jaca”… Venga ahora una “fematera”…
Y siguen, inagotables, las coplas, canciones, cantares, cantos o jotas, que en esto no han logrado ponerse aún de acuerdo los eruditos, cada uno de los cuales ha defendido para la poesía popular aragonesa un nombre distinto. El famoso cantador que dirige la Academia nos habla, entre lección y lección, de los progresos de los alumnos.
-¿Es difícil —le preguntamos— aprender a cantar la jota?
-Yo creo que no; lo que hace falta es valentía en la voz.
-¿Los discípulos que tiene usted han lamentado dificultades?
-No; lo que ocurre es que muchos de ellos vienen con los resabios de su espontaneidad; sobre todo muchachos de los pueblos; cantaban allí sin reglas, sin disciplina, y, naturalmente, se les resiste esto de ajustarse a normas determinadas.
-¿Cuántos estilos de jota existen?
– ¡Quién lo sabe! Yo conozco más de ciento; verdad es que he escudriñado por todos los pueblos donde se me decía que se cantaba alguna variación de la jota; así he logrado sumar ese número.
-¿Dónde ha encontrado usted mayor número de jotas?
-De jotas puras, en la provincia de Zaragoza. En la de Huesca he conocido estilos muy interesantes, como los de Ansó, que precisamente los enseño a los alumnos. En la provincia de Teruel hay muchos cantos propios, pero menos jotas quizá que en la de Zaragoza.
-¿Qué estilo es más fácil para el cantador?
-El de ronda. Y la jota más difícil es la “fiera”.
-¿Cree usted que han desaparecido algunos estilos?
-Indudablemente, y a evitar que se pierdan más ha de contribuir esta Academia, uno de cuyos fines es el de ir dando a conocer a la gente nueva los estilos antiguos, casi ignorados por los cantadores actuales, Este tiene que ser el interés mayor del Ayuntamiento, que no puede inhibirse en la defensa del folklore.
-La jota, ¿es más difícil cantarla o bailarla?
-Bailarla, indudablemente.
Cecilio Navarro nos acompaña a otra estancia de la Academia, donde se da la lección de baile. La propia hija de Cecilio —Consuelo, guapa, garrida, tipo clásico aragonés— es la profesora, que ha alcanzado muchos lauros como bailadora de jota, y que enseña a unas cuantas muchachas el complejo trenzado del baile aragonés. Consuelo Navarro baila incesante, incansablemente, marcando las figuras que luego han de hacer las alumnas. Es difícil, además, la simultaneidad de los movimientos de la pareja, y para ello tiene la profesora que bailar con cada discípula, a fin de que ésta se vaya acostumbrado.
Fernando CASTAN PALOMAR
5 Comentarios
Buenas tardes,
Tengo 25 años y me gustaría aprender a bailar jota.
¿Me podéis informar?
Muchas gracias,
Puedes informarte en el Ayuntamiento de Zaragoza, supongo, si vives allí. A lo mejor en google puedes informarte también.
Un abrazo.
Hola! Me gustaría saber si todavía no es muy tarde para aprender a cantar jota, l
tengo 21 anos y la verdad es que siempre me ha gustado la jota, pero ha sido desde hace poco que me emociona mas que nunca y me gustaría muchísimo aprender pero me da corte de que ya sea muy tarde para domar la voz.
Un saludo
A Leyre: Nunca es tarde para aprender a cantar. Yo tengo 53 años recién cumplidos y ahora es cuando mejor canto por soleá -lo mío es el flamenco-, lo hago con más sentimiento, porque se canta lo que se vive, lo que se goza, lo que se sufre…
Ni te lo pienses. Cuénteme cómo te va, ¿vale?
Un abrazo.
LES COMUNICAMOS NUESTRA NUEVA DIRECCION
C/SAN MIGUEL, Nº 30 DE ZARAGOZA
DONDE LES SEGUIREMOS ATENDIENDO GUSTOSAMENTE, TENIENDO PARA SUS ALUMNOS y PROFESORES DESCUENTOS ESPECIALES
ESPERAMOS SU VISITA
SALUDOS
Escribir comentario